Historia del Rugby
En realidad el rugby había asomado por Tucumán varios años antes, cuando un puñado de estudiantes ingleses se radicaron temporariamente en nuestra ciudad y lo practicaron como un pasatiempo, ante la incomprensión de los lugareños. Eso fue alrededor de 1915.
Es recién en 1924 el tiempo en que las crónicas del deporte recogen información sobre la realización de un partido formalmente organizado. Esto ocurre en oportunidad de enfrentarse, en cancha del club Atlético Tucumán, el múltiple campeón de la Unión de Rugby del Río de la Plata, el club Atlético San Isidro con un combinado integrado por jugadores de otros clubes de Buenos Aires, acontecimiento que, incluso, contó con la presencia del entonces gobernador de la provincia, doctor Miguel M. Campero.
El primer partido interprovincial con participación de un equipo tucumano se llevó a cabo varios años después, en 1935, oportunidad en la que una formación local jugó con un combinado santiagueño. Nuevamente el escenario fue el estadio de Atlético -estuvo también presente el gobernador-, ganando los locales, que jugaron con el nombre de Tucumán Rugby, por 7 a 0. El emprendimiento no tuvo continuidad y la actividad rugbística se discontinuó nuevamente.
Es del caso hacer notar que aquel Tucumán Rugby que jugó en 1935 no era un club, tampoco perduró como equipo y no guarda ninguna vinculación institucional o deportiva con el actual. Sin embargo, sirve como dato anecdótico señalar que ese día, en Atlético, jugaron dos rugbiers que posteriormente vestirían la camiseta verde y negra: Isaías Nougués y Peter Bernan.
En el año 1941, Natación y Gimnasia, por entonces club modelo del noroeste con amplias y modernas instalaciones para la práctica de diversos deportes, creó su Sección Rugby. Esto significó un paso fundamental para que el juego iniciara su desembarco definitivo en Tucumán. Los cultores del rugby comenzaron a reunirse en Natación, los fines de semana, para jugar partidos amistosos a manera de entretenimiento y que servían para su difusión.
Lo que estaba haciendo falta para que la semilla del juego penetre y prenda entre los primeros aficionados era la formación de clubes, de manera tal que con equipos armados que los representaran pudiesen confrontar entre sí, estimulando la competencia. La gente, especialmente los jóvenes, empezó a moverse en ese sentido.